domingo, abril 01, 2012

La historia sin fin(al ni principio) pero con final(mente y principalmente)

En la esquina

del Gran Hotel,

se puede ver

un tiempo loco

—lluvia en una calle,

sol en otra calle—

además de otras libertades

que alguien se ha tomado en marzo

al interpretar las leyes

de la naturaleza y la ciudad.

Al cerebro, por ejemplo,

descartado en el container

le brotan hojas de los árboles,

igual que crece el pasto en la vereda

abierta por las pisadas y el verano,

antes de que llueva el glifosato.

En la calle del sol,

los rayos siguen a una nena

porque es la única que anda

por afuera de la sombra.

Debajo de los techos

hay más gente

que el sol no puede ver.

Del cerebro,

tampoco queda mucho para ver;

la vegetación ha recubierto

cada uno de sus hemisferios.

En la enredadera,

una flor lucha por el aire

apretada de recuerdos.

La nena que miraba el sol

ahora se sienta en el piso,

saca de su mochila al Oso Teddy

y con una tijerita

empieza a operarle el corazón.

Los gatos confundidos

se acercan

para ver si cazan algo.

Los pájaros reales

huyen despavoridos,

abandonan la localidad

y vuelan

hacia las colonias alemanas

o hacia la ruta

de los micros.

Coronel Suárez, 26 de marzo de 2012

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