lunes, octubre 12, 2009

El Hombre Regenerativo de La Tablada

"Salvo se arrodilló en el piso y apoyó la mano izquierda en el tronco de eucaliptos. Abrió bien los dedos y me dijo:

—Cortame el meñique por la mitad.

Me agaché, apoyé despacio la hoja sobre su dedo y después enderecé el ángulo de la cuchilla, para que cortara entre las dos articulaciones. Me puse nervioso. Sentía la cara caliente y el corazón me latía con fuerza. El Hombre Regenerativo, en cambio, estaba tranquilo. No me decía nada, pero me observaba con atención. Traté de de concentrarme y me quedé mirando la mano. Podía ser la de cualquier hombre. Tenía dedos más gruesos o más finos, uñas más largas o más cortas, piel más lisa o más arrugada que otras personas, pero no notaba nada fuera de lo común, ningún detalle que indicara propiedades o poderes especiales. Agarré el mango fuerte con la derecha y, apoyando la izquierda sobre la parte de arriba de la hoja, hundí, recto, el filo sobre el meñique. Pronto choqué con el hueso, pero la cuchilla estaba bien afilada y pasó de lado a lado con un chasquido rápido, quebrando la falange, cortando los pequeños músculos. Salvo corrió la mano unos centímetros, siempre apoyado sobre el tronco, y se apartó de la punta cortada. Un hilo de sangre marcó el recorrido. Después, la herida se llenó de coágulos, que, en menos de diez segundos, se rompieron como si fueran huevos. Entonces, minúsculas crías empezaron a crecer, mientras las cáscaras se derramaban a los costados. Primero se alargó el hueso, luego brotaron gránulos de carne, después se bifurcaron venas y nervios y finalmente el dedo, ya recuperada su forma, se recubrió de piel y de uña.


Las estrellas federales (fragmento), 2010.

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