lunes, julio 28, 2008

El Conurbano profundo

"Seguimos viaje. Los paisajes y los climas cambiaban a cada rato. A veces, doblando en una curva, nos encontrábamos frente a llanuras verdes, habitadas por la increíble fauna local; otras, atravesábamos páramos desolados, secos y ventosos, donde no se veía un alma. Lugares opuestos que, sin embargo, tenían algo en común: el efecto de la contaminación. En las zonas fértiles, la mugre producía pastos insólitos, que pasaban por toda la gama de colores, desde pastos transparentes parecidos a medusas hasta un césped tan cargado de pigmentos que dividía la tierra en parcelas multicolores. En las zonas pobres, el basural estaba petrificado en el suelo o disuelto en un polvo fino, una podredumbre que, llevada por el viento, secaba todo a su paso. Así eran los campitos del Conurbano profundo. Vivos o muertos, todos estaban echados a la suerte del Riachuelo, del Matanza y las cuencas menores, brazos, arroyos y zanjas donde hombres urbanos y suburbanos han insistido en tirar, durante décadas, basura, desechos industriales, autos, armas y muertos. Nada común podía resultar de la combinación. En tierras verdes, jaurías de perros Dos Narices corrían y saltaban sin sentido, locos de remate; bandadas de teros espadas, armados con espolones larguísimos, peleaban por las hembras; sapos bueyes, más grandes que las liebres, tragaban nubes de mosquitos; y culebras-culebrillas, provistas de aguijones en las cabezas y en las colas, mataban a sus presas con ataques en pinza, juntando las puntas. En tierras negras, los residuos endurecidos se cerraban en montículos hasta que el sol los partía al medio, quedando la carbonera y los desiertos salpicados por geodas de basura abiertas, donde brillaban, como cuarzos y amatistas, pedacitos de latas oxidadas, vidrios de botellas, miembros descuartizados de muñecas, juguetes en general y, sobre todo, muchísimos papeles y cartones petrificados, escritos o en blanco, que reflejaban la luz como si fueran espejos, formando verdaderas constelaciones y dando la sensación de un cielo al ras del suelo, un cielo en la tierra, tan cargado de estrellas que, aunque estuviese compuesto de porquerías, igual era capaz de inspirar a cualquier poeta que lo viera."

El campito, fragmento.

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