sábado, junio 14, 2008

"No me acuerdo cuánto estuvimos así porque perdí la noción del tiempo. Si alguien me dijera que fueron años, podría creerle. Una especie de batidora mezclaba todo lo que alguna vez había pensado, todo lo que había aprendido, y así los recuerdos se me venían desordenados a la mente y quedaban flotando juntos. Incluso las cosas que veía en ese momento, como los postes, la calle y el carbón, se me aparecían como imágenes de antes, algo de la infancia, o directamente de otra vida. A Gorja, por ejemplo, lo veía hablando con mi madre, y yo no entendía qué hacía ella ahí y cómo podían conocerse. Era una locura. El gato también hacía cosas inesperadas. Me miraba a los ojos y entonces empezaba a crecer, su cuerpo cambiaba y se convertía en Hombre Gato. Después, pegaba saltos descomunales, que, al verlos, pensé que alcanzarían las estrellas. Pero es imposible seguir con esto, porque no tiene sentido; era como los sueños. Seguro me había quedado dormido. De a poco, una figura fue cobrando forma en la oscuridad y entonces mi cabeza empezó a ordenarse. Gorja y el gato volvían a sus lugares y las cosas, de nuevo, pertenecían a ese instante y no a otros que pudieran venir de mi memoria. Por suerte, quien se acercaba era el mismo Cantor, que finalmente se mostró tal cual era, debajo del farol más cercano.

—Tomen —nos dio unos papeles—, estos son sus permisos, no los pierdan.

A Gorja le dio uno y a mí dos, para mí y para el gato, porque, según nos dijo, hasta los animales necesitan autorización para entrar a ese barrio."

El campito, fragmento.

2 comentarios:

Julieta dijo...

el campito se las trae. Suba más Juandé! Más!!

y sí iba al pacha. Recuerdo un jueves de abril(creo que era un jueves) y te quedaste hasta lo último parloteando y soltando palabrerío. Ojalá se lo vuelva a escuchar ahí o en donde sea.
Saludos!!

Juan Dé dijo...

sí, siempre nos quedábamos zapando hasta las mil y quinientas. se extraña el pacha.
besos