viernes, octubre 26, 2007

Al día siguiente, la salita de Urquiza estuvo repleta de heridos, muchos de ellos por mordeduras en las piernas y en los brazos. Debido a la falta de insumos sólo una parte recibió las vacunas necesarias: antirrábica y antitetánica. Al resto lo derivaron al Piñeiro y al Santojanni. Les firmaron órdenes y les pidieron que viajen por su cuenta. Pero muchos no fueron, un poco por vagancia, un poco por miedo a salir del barrio y encontrarse emboscados por enemigos en el viaje en colectivo o en el mismo Hospital.

Primero aparece la fiebre, una fiebre baja, y el dolor en la mordedura se hace más intenso. Después se hace difícil comer, pero sobre todo beber, porque los líquidos producen espasmos en la laringe. Cuando la enfermedad avanza, se siente inquietud, excitación, contracciones musculares y hormigueos. Una parte del cuerpo pierde sensibilidad. La boca babea. El estrés aumenta. La tensión se hace más fuerte y llegan las convulsiones.

Si la vacuna se aplica dentro de las primeras cuarenta y ocho horas, la persona generalmente se salva, pero una vez que aparecen los síntomas, muy pocos sobreviven. La muerte por insuficiencia respiratoria ocurre dentro de los siete días.

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