miércoles, mayo 30, 2007

Las orejas del mal

"Unos meses después, ocurrió algo novedoso: varios médicos, acompañados por un fotógrafo, llegaron especialmente de Buenos Aires para ver al “Oreja”. Venían por orden del Juez y tenían permiso del Alcalde, que ya había sido notificado por carta, para hacerle a Cayetano una de las primeras cirugías estéticas del país. Pensaban achatarle las orejas, porque decían que, probablemente, allí radicaba la causa de su maldad.

De la noticia se enteró todo el mundo. El diario de Ushuaia publicó una nota, que fue leída en voz alta en el comedor. Hablaba científicamente de la relación entre el cuerpo y la mente del criminal. Decía que, si los médicos tenían éxito, era posible que les hicieran lo mismo a otros presos.

En la cárcel, nos pusimos todos paranoicos. Nos mirábamos en el espejo a cada rato, o nos comparábamos entre nosotros. Especulábamos sobre la forma que tenía la nariz de cada uno, nos revisábamos las extensiones de las orejas, el tamaño de la cabeza y de las manos, y tomábamos medidas de los penes.

Todo quería decir algo. Si la nariz era chata o aguileña, si la oreja era pegada o despegada, si las palmas tenían rayas suaves o profundas, eran rasgos que había que tener en cuenta. Estábamos tan sugestionados, que nos parecía comprobar el mismo tipo de personalidad en los presos que se parecían físicamente.

Algunos tenían miedo de que experimentasen con ellos, pero unos cuantos estaban contentos, y decidieron armar una lista de voluntarios para entregar al Alcalde. Creían que, si les corregían el aspecto físico, podrían pedir el indulto, o, al menos, la libertad condicional.



"El Oreja", fragmento.



(Muy pronto! la versión completa de este cuento, en la próxima Lectura de Los Mudos)

martes, mayo 29, 2007

Rexistencia 39 - El viaje después de la venta de objetos maravillosos

Me siento atrás, pensando mil cosas.

La calle está llena de pozos. Todo se mueve. La mochila negra se abre y los anillos ruedan entre los pies del temblor. Los pasajeros aplastan mi vieja propiedad.

Las luces del techo fallan; el colectivo se oscurece.

El pasillo me resulta mucho más largo, y es una tristeza fundamental de la nueva etapa de este viaje, un camino de goma en el medio del desierto del sur, túnel del tiempo a las horas de los hippies y el rock nacional, de aquellas –nuestras- aventuras a dedo.

El chofer se convierte en un punto allá a lo lejos, una especie de estrella, o de Dios.

Paladar quebrado, labios en el bolsillo, dientes en el rincón, lengua en aquella mano, jamás volverán a unirse las partes ni a articular una cuerda vocal para decir otra vez te amo, por lo menos no en mi boca.

Por la ventanilla veo la diversión, que ya no me pertenece.

Al final del pasillo, me voy durmiendo. Las manos se arrugan en posiciones fetales, una agarrando a la otra; se tapan del frío.

La vela encendida al principio de la noche se consume, y ahora me convierto en humo. Floto en el aire formando la figura de un cuerpo, que tarde o temprano desaparece.

En 1995, viajé a Ushuaia con una chica. Fuimos a dedo por la ruta 3, más de 3000 kilómetros. Juntos vimos la Cárcel del Fin del Mundo.

Estos días, tuve que volver, pero con nuevos acompañantes.

“Sus gritos eran estremecedores. Ni siquiera los golpes de los guardias podían controlarlo. Al principio, sentí lástima, y dormir me resultaba imposible. Pero con el tiempo, me fui acostumbrando. El paso de los años lo convirtió en un sonido más dentro del ruido nocturno, y ya no le presté tanta atención. Era una voz que se mezclaba con el viento, con el oleaje del mar en el Canal de Beagle, hasta que todos sus detalles se borraran.”


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Rexistencia 38 - La boca del Infierno

lunes, mayo 28, 2007

El Blues de Celina

Cantaba con mis amigos el Blues de Celina
Cuando un patrullero llegó a Barros Pasos
Y uno por uno nos subieron al auto

Mientras nos íbamos miré la guitarra
Todavía vibraban sus cuerdas
el hermoso Blues de Celina

Era una noche fría de junio
Nos llevaban a Villa Recondo
Por las calles no caminaba ni un alma

Me acuerdo del Blues de Celina
Sus acordes eran simples como el barrio
Sus palabras eran más simples

Era tan pegadizo
que cualquiera lo tarareaba
a la noche y a la mañana

Si alguien va para el Sudoeste
por favor que avise si ve mi guitarra
La perdí tocando el Blues de Celina

Nos gustaba hacerlo en la esquina
Tirados uno al lado del otro
Chicas y chicos bien apretados

Era una canción especial el Blues de Celina
Fue hecha para cantarla entre muchos
Las voces se repetían infinitamente

El Blues de Celina
no tenía autor
tampoco compositor

Salió de la nada
en una zapada
muy zarpada

En el calabozo lo seguimos cantando
No por rebeldía ni por ideología
Sino porque teníamos pegada la melodía

Como no había guitarra ni armónica
el ritmo tuvimos que improvisar
y las rejas nos pusimos a golpear

Cuando nos largaron a la mañana siguiente
por la General Paz nos pusimos a cantar
Aguante el Blues de Villa Celina!

Al llegar a casa mi vieja me cagó a pedos
Pero yo le dije que no se preocupara
y le enseñé el Blues de Celina

No había chico ni chica
no había niño ni adulto
que no le gustara el Blues de Celina

Era tan pegadizo
que cualquiera lo tarareaba
a la noche y a la mañana

En mi pecho todavía late el Blues de Celina
marca notas tristes pero hermosas
Mi corazón es un órgano musical

No es moco de pavo ni chicha ni limonada
Es la mejor canción de Celina, es el Blues de Celina
Chupate esta mandarina!

Castillos de Hielo

lunes, mayo 21, 2007

Luz de frente

El brillo te encandila
A medida que pasa el tiempo te enceguece más, como un relámpago
caza los ojos la estela una serpiente erguida
No hacés nada por impedirlo
El veneno te gusta

Tu blanca espuma cuajada de la rabia en el living
Tu picadura chorrea gotas amargas en el mosaico
pájaro de mal agüero pasale el trapo

La estrella está prendida, ha sido hecha a la medida de tu ojo,
alumbra la ausencia de tus seres queridos
es un flash para los muebles y los cuadros
puede ser blanca o negra, qué más da
si es oscura o directamente
invisible
qué más da
ojalá estuviera hecha de carne o de piedra
del barrio de tus amores
del club de tus amores
de tus amores
pero es una resolana de plástico
plateada sintéticamente

Vuela enloquecida por adentro de tu casa
Habla muy alto
Grita muy alto
Pega alaridos tan fuertes que todos los presos del edificio se escandalizan
Gente igual que vos
Nacidos en cautiverio para la procreación de la especie
¿Por qué llorás como un chico si naciste adulto?
¿A dónde vas a ir si todo te asusta?
Que te abran las rejas y verás
Que no vas a salir
Que no vas a querer salir
Que te den una flor de paliza
Que te dejen maltrecho
Que te tapen la ventanita con una madera y te dejen en la oscuridad

Pocos seres vivos hoy a la tarde
en cuartitos equivalentes sacan la mano por la abertura inferior
piden comida a Dios y al Diablo
pero nada ni nadie oye sus oraciones

Tus perros dan vueltas por ahí
Olfatean algo cerca de los túneles y las escaleras
En el hueco del ascensor
Están excitados
Hombres, perros y pájaros se disputan tu dos ambientes
entre la oscuridad de la pieza y los rayos que la pantalla filtra
por las separaciones del pasillo y la cocina

Te encandila
es como el oro
abrillanta los dientes de tu jauría
caza la vista
te enceguece más, igual que un relámpago
luz
color
sal
luz
mala
puede ser blanca o negra, qué más da
si es oscura o directamente
invisible
qué más da

jueves, mayo 17, 2007

Rexistencia 38 - La boca del infierno

Recién me doy cuenta que estuve escribiendo siete horas seguidas. ¿A dónde voy a ir a parar? Y ahora tengo que salir rápido a vender objetos maravillosos. ¿Con qué cara? Hace frío. Esa fue una oración unimembre. No tiene sujeto. Porque... ¿quién hace frío? Mi vida se vuelve solitaria. Una canción suena en modo repetición. Let it be me. ¿Cuantas veces la escuché? Es una versión hermosa. Últimamente, estoy embarcado en la escritura de un cuento perturbador, sobre el petiso orejudo y la cárcel del fin del mundo.


"Dos por tres, se escuchaba algo raro, proveniente de su celda. Era una especie de quejido, que disminuía poco a poco. Al principio, no entendía bien de qué se trataba, pero con el tiempo me fui enterando. Resulta que en las comidas, “El Oreja” siempre se guardaba migas de pan. Muchas veces lo vi hacer esto, pero nunca le di importancia al asunto, ni me detuve a pensarlo. Un rato después, ya de vuelta en su celda, agarraba las migas y las desparramaba por el borde de la ventanita, para atraer a las gaviotas. Podía pasar horas mirando por ese huequito de luz. Tarde o temprano, algún pájaro caía en la trampa, sin sospechar el peligro que corría. A veces, sacaba la mano por la ventana, con las migas en la palma abierta, y se quedaba quieto como una estatua. Cuando la gaviota se ponía a picotear, el enano maldito la atrapaba. De este modo, empezaba un largo proceso de mutilaciones, que el ave tendría que soportar hasta morir. Siempre pienso en esas gaviotas. Entre tantas pesadillas, también sueño con ellas. Imagino sus ojos aterrorizados, pidiendo piedad de alguna manera, retorciéndose sin entender qué eran esos pinchazos a cada rato, esas sensaciones que las desgarraban, eso que los seres humanos llamamos dolor.

En ocasiones, el lamento de los pájaros se mezclaba con la voz de Cayetano, que hablaba en voz baja, o gemía de placer. Mientras las torturaba, le gustaba masturbarse. Lo hacía largo tiempo. Acababa, y después empezaba de nuevo, con una resistencia increíble. Recién entrada la noche, los ruidos se iban aplacando, aunque a mí siempre me parecía escuchar un poco más, y no podía dormir. Era como un eco que traspasaba las piedras y los hierros congelados. A veces, en el pasillo volaban plumas. Era algo de suma belleza, pero de una tristeza profunda, de una angustia que no era de este mundo. Yo creo que el infierno debe ser parecido, algo lindo de ver y terrible de sentir."



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Rexistencia 37 - La hemorragia

miércoles, mayo 16, 2007

Martín Ugarte 1186

Tengo puestos dos ojos infantiles
hasta que se haga de noche
Solo en la terraza
debajo del cielo simple de mi barrio
cuelgo pantalones y remeras
que el viento pronto moverá
Por las calles caminan inmigrantes
en ambas direcciones
El sol los quemará lentamente
hasta hacerlos morir Broche a broche
recogeré sus cuerpos del asfalto
Casas blancas delimitan los caminos de mi vista
mientras juego con las fábricas y los edificios del final
que ahora se convierten en barcos de guerra
disparando cañonazos a diestra y siniestra
entre General Paz y autopista Richieri
Sueños en sentido contrario
abren las puertas de calle
cuando la tarde me hipnotiza
con espejismos verosímiles
Me nombran en el patio
las voces de mis jóvenes abuelos
Las palanganas vacías
gotean
cuando bajo
restos de agua, año tras año, treinta y cinco años
por esta escalera La humedad
ha formado manchas venenosas

lunes, mayo 14, 2007

jueves, mayo 10, 2007

Mi gusto narrativo

Me interesa la literatura que se cruza con lo referencial, con lo social, con lo popular, con la tradición, la historia y la política. Me gusta lo nacional. Me interesa la voluntad de contar una historia, grandes historias en forma de pequeñas historias. Si se trata de un lenguaje clásico, prefiero que sea concreto, sin tanta ornamentación, sin lirismos, aunque me gusta la imaginación poética en la prosa. Con esto me refiero al talento del poeta para fabricar cruces, mezclas, de campos de sentido en principio antagónicos. Por eso me gusta el oxímoron, la contradicción y la síntesis. No me gusta el academicismo, el intelectualismo, el intertexto pedante. Me gustan las intertextualidades cuando están en función de la anécdota o del universo. Prefiero que estén iluminadas, que no sean crípticas ni estén puestas para especialistas ni lectores detectives. Si se trata de un lenguaje experimental, me gusta que esté en función de la historia. Me gustan la jergas. Lenguaje y argumento deben estar unidos, no disociados. No me gusta la prosa catártica, sensiblera. Sí me gustan las emociones. No me gusta la literatura que intenta hacer pedagogía. No me gustan las moralinas. No me gusta el efectismo. No me gustan las historias cerradas. No me gusta la literatura demagógica, que le sirve en bandeja al lector un mensaje. Pero me gusta que la escritura se entienda, que la entienda la mayor cantidad de personas posibles. Me gusta que se mantenga la tensión narrativa en todo momento. No me gustan las largas transiciones, las parrafadas complicadas y aburridas, las descripciones suntuosas. No me gusta que el decorado tape la escena. Me gusta que la obra gire en torno al narrador y a los personajes. Me gusta la escritura que parte del habla. Por eso creo que para el escritor es tan importante la voz como el oído. Me gustan los ritmos, me gusta la música. Me gusta el delirio. Me gustan los personajes infantiles. Me gusta la imaginación por sobre todas las cosas, pero cuando surge de la experiencia, no del libro de otro. Leer es maravilloso, pero para escribir no se necesita leer, se necesita oír y oírse. Escribir es una experiencia de creación pero también de descubrimiento. Me gustan las anécdotas como organizadoras del relato. No me gusta la narrativa panorámica o paisajista. El mundo no puede contarse, se cuenta solo, al costado de la anécdota. Para construir un mundo narrativo hay que hacerlo a partir de muchas anécdotas. Hay que volver sobre las mismas anécdotas, desarrollarlas, deformarlas, distorsionarlas, cruzarlas, evolucionarlas, destruirlas si es necesario.

martes, mayo 08, 2007

miércoles, jueves, viernes

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MIÉRCOLES




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JUEVES




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VIERNES

El grupo La Manzana en el gusano está compuesto por 4 poetas aún inéditos:

Lisa Cargnelutti, Nurit Kasztelan, Heber Ortiz y Germán Rosati


VIERNES 11 DE MAYO
20 HS
Heber Ortiz - Beatriz Vignoli - Luis Tedesco



Club Bollini: Niceto Vega 5976 (Entre Arévalo y Ravignani)
Colectivos: 19, 21, 39, 93, 111, 127, 140, 151, 161, 168



Luego del encuentro habrá un espacio para preguntas del público.

martes, mayo 01, 2007