domingo, febrero 26, 2006

Guanuqueando

sibilancia

Para la sibilancia vuelve el gorrión mensajero con el refuerzo de los barrios y las cuevas, y bajan, bajan la loma patinante las polleras negras del pozo con el ímpetu juvenil, y ven, ven a mí, alma de diamante, y corren, corren junto al animal polimorfo que mastica barrotes, y crece, crece la formación romboidal de la pandilla, y entre las columnas arribantes de los adolescentes oscuros veo la geometría pintadita de mi chica gótica que llega, y camina, bichito, camina, camina el aspecto central de la noche la abrazo, la manifestación vegetativa me besa, el ergotropo me toca, el núcleo mamilar le chupo, el cuerpo gótico me refriega, el cuadrúpedo de la avenida se funde a la sábana adoquinada, canta y camina bicho del empedrado a b c y a b c enamorado, piedra tras piedra noxa bajo la lluvia de estrógenos dice que me ama, paso tras paso noxalis en el moco cervical le digo que la amo, y juntos agarramos la proa del rombo y repartimos pungos de muerte y sangre al ciudadano y al artista, y ya está, ya, está, pueden matarme si lo desean, mi vida flota en el irradio gótico, y ella pronuncia mi nombre contra el hidrante y el bombero, ella me toma de la mano y avisen yo canto el sueño del niño pese al gas y el soldado, y la chica gótica me toca el bulto con lujuria y la miro y me mira y todos los males del mundo desaparecen a pesar de los proyectiles y los objetos anamorfos que caen, ¡pero soñamos!, ¡soñamos!, porque el tiempo comenzó a pasar y el viento borró tus manos, porque sangra el color humano y escupe el irroro, porque la yunta ciudadana, artística y policial nos hace el antiabanico y nos encierra, nos empuja contra nosotros mismos, y así quedaríamos espalda con espalda, así serían diez contra uno, aumentaría la sirena y el adversario potencial se llevaría a cabo en nuestra contra, y ahora sí, ahora no hay salida nos van a matar a todos con el contrapungo, pero viva la causa perdida con el grito rompemos pentagramas y volamos cinéticos sobre las cabezas y los cascos, otra vez rompemos filas como tantas veces, rompemos uniformes y vehículos represivos, habrán perdido romperíamos carne y hueso hasta llegar al ampere, y presten atención de este modo caminando la giratoria logramos avanzar, caminito hipotalámico uno dos hasta el cabildo argentino del recalesco civil, y allí, en el ojo delta x delta t debajo de las arcadas organizamos el reflujo y gradualmente empezamos la retirada por la supervivencia, la chica gótica siempre me tomaba de la mano y me apoyaba el beso, y quería cantar vuelve del cuento feroz, pero las fuerzas de elite acababan de llegar a la plaza y al disturbio, y sin mensaje previo se vinieron encima para acuchillar nuestra izquierda y casi nos desarman, y más huscarles caían y se ahogaban en el charco proteico, y vuelven otra vez todos juntos, ciudadanos, artistas, policías, bomberos y paramilitares, y atacan, atacan, golpean el corazón de nuestro rombo una y otra vez hasta que finalmente nos quiebran, sí, nos quiebran, nos desarman, nos separan, nos dividen, y ya no hay nada que podamos hacer, no hay nada y la chica gótica se derrite de mi mano y se apaga en la masa represiva, no hay nada, y el martillo de Roque cae por última vez sobre un casco y luego se lo traga la chupadora hasta el brazo primero, el torso después, y no lo veo más, y las polleras negras del huscarle son pisoteadas por doquier y al suelo se adhieren con la sangre, los adolescentes caen y las botas les aplastan las cabezas hasta el ojo, todos mueren y caen y nada podemos hacer en el contrafuego y en la plaza del antihuscarle, y cuenta regresiva habremos desaparecido, al silencio caímos y al túnel del substillo nos vamos.



Ampere, cap. 6 (fragmento).

viernes, febrero 24, 2006

qué?

El profesor de literatura llevó a su hijo menor a la Universidad. Mientras enseñaba a sus alumnos, el chico se mantuvo tranquilo, dibujando en una mesa apartada.
Una vez finalizada la clase, el profesor se acercó a la mesa para ver qué estaba haciendo su hijo.
Éste había escuchado algo, y por eso le preguntó:
—¿Qué es internet?
El padre, mientras guardaba papeles en su portafolio, le explicó:
—Internet es Borges. Y lo digo por El Aleph, porque todo está concentrado ahí. Y también es Kafka, porque es un lugar lleno de puertas que dan a numerosos salones y a largos pasillos que desembocan en otras infinitas puertas que dan a más pasillos. Es decir, internet —continuaba entusiasmado el profesor— es una concentración total de infinitas puertas, de salones y de pasillos. Como el universo.
El hijo lo escuchaba con atención; el profesor, divertido con sus ocurrencias, le preguntó irónicamente:
—¿Y? ¿Entendiste qué es internet?
El niño —estaba muy serio— le dijo:
—¿Qué es Borges? ¿Qué es Kafka?

real y visceral

Parece que soy una mezcla de Vox Dei y Lamborghini.

¿Y qué sale de todo eso?

Un niño proletario que escribe cuentos urbano-barriales.

El túnel de los nazis

Bajé la escalera cantando tum tum tum una vez le hice el amor a un drácula con tacones y los escalones hacían uno dos uno dos hasta que me metí de lleno en el sótano de la Matanza, cerca de la General Paz y la Richieri, atrás de la zanja grande que va a la Villa Lucero, tana tana tana tatá era un pop violento que guió el gran estilo siniestro, entre Celina y Madero, Celina y Lugano, Celina y la Mesopotamia, y con manubrio, con macrófila me moría en la infección bonaerense y decía loco, cobré para todo el viaje.
Y pensé voy a seguir el infierno hasta que me agarre el antichorro, mientras los pibes me miraban desde arriba del microquiste, uniformados todos con la misma sanata de joggins cortos y zapatillas náuticas negras, y entonces entré a la nada llorando la gleba, caminé la panza del gusano hasta que agarré la oscuridá, re piola, y me perdí en la trompa chupadora donde el remolino te saca la macrófila del culo.
Adrián Navarro y Tino me pedían desde la entrada que vuelva, que el túnel de los nazis, que una rata gigante, que un guardián de la grela, pero yo me dejé llevar por el agujero a b c y a b c, piedra tras piedra noxa, paso tras paso noxalis, que la conversación y su conservación, que la romanización y su armonización, que el desamparador y su desparramo, ven, ven a mi casa suburbana aunque los Escobitas, Juanchito y Cocorocó me amenazaran y me gritaran ahora vas a ver puto del orto, te vamos a cagar a palos, es que me obsesiona tu prisión, chau Pototo, Martita, Wilmer, Claudio, qué va a ser de mí, Chino, Fabián, Miguelito, todos los huscarles se quedan en la tribuna de pasto mientras el túnel me traga progresivamente y desaparece el tiempo y el eco, hasta el ladrido del Viejo, nuestro querido perro blanco.
Ya estaba frescolari en la cosa cuando aparece un papa encadenado y me dice eh loco me habilitá dié centavo, yo no te lo vengo a robá, te lo vengo a pedí, y agarrame ésta pedazo de puto, me venís a caretear en mi propio barrio, y qué barrio es éste, me pregunta el papa, y orgullosamente le respondo Villa Celina, y me dice estás de la cabeza y después desaparece, y a mí me empieza a agarrar una dicogama en el pecho bastante hincha pelotas que no me dejaba respirar y siento que el edáfico se pone duro como una piedra y dije que sea lo que Dios quiera y continué mi marcha.
En los costaditos había unos zócalos sobresalidos con unas rejillas de vez en cuando y todo era del mismo color y del mismo material, puro gris y negro, y en los techos crecía el endófito, y epicarpo, epicono, epicótilo aparece un amarrete del infierno y se me tira encima gritando qué mierda querés, entonces saco el cuchillito y se lo meto en la panza y le digo qué carajo te importa, ¿tan policía sos, tan policía?, y el amarrete se va corriendo y enchastrando las espatas con su chocolate desde lejos me jura venganza, y andá a la concha de tu madre, decímelo en la cara si sos pija.
En fin, seguí con la música y con los ojos ciegos bien abiertos, un poco por el tubo polínico, un poco por el estaminal, hasta que en un momento pude percibir una especie de respiración fuerte que parecía de animal y casi pierdo toda la macrófila por el julepe, pero como a esta altura del partido ya no me importaba ni la vida o me importaba pero de otra manera, empuñé el cuchillito y me enfrenté a la respiración, que cada vez era más intensa, y entonces casi me cago de la risa cuando el corazón bajó otra vez y pude ver que todo se trataba de la mamúa de un gordo respiratorio, que si no fuera por el fuelle y el ronquido, cualquiera hubiera jurado que estaba mortadela o, al menos, en la última espiguilla.
Entonces, cobré entusiasmo, vieja, que en este túnel no hay teca que valga la pena, y me metí más y más en el sueño fúnebre, y algo pasó en mi cabeza porque empecé a ver un montón de caras extrañas, que me resultaban bastante familiares, aunque no podía identificar con precisión, y pensé me agarró la melancolía inversa, acá me vuelvo loco y no salgo más, pero unas ranas que me saltaban alrededor me devolvieron a la realidad nocturna y al tubo de germinación, y dije voy a patear una hacia el fondo a ver qué pasa, y elegí una simpática, tomé dos pasos de carrera y le di con el empeine en la parte que Fabián Cabrera me enseñó que no les hace mal, y así voló la tricoma verde a la trompa de falopio, y el grito de gol me salió como una injuria, y seguro que se lo tomaron así porque en el fondo, si es que había, se empezó a escuchar un clamor. Pero hacia allá vamos, loco, que a la buena piba hay que laburarla.
El túnel me soplaba su fiebre y su protostela, pero yo tum tum tum, y yo tum tum tum, voy a bailar el rock del rico Luna Park en el campito con mis amigos y el verano ondulante me va a convertir en mosquito, y yo tum tum tum, yo tum tum tum, voy a volar eternamente en el campito para chuparle la sangre y la musiquita a cada pibe de Celina que baila, recalesco hasta sentir que el falsiforme se desgarre y mis lóbulos se fundan y toda la masa hepática me llegue como huracán a la boca y así no voy a poder más y por fin voy a eructar todas las tripas y hasta el alma infantil y los extranjeros de mi poesía Matanza, de mis versos túneles, de Olavarría y Ugarte.
Y escuché dos cuetazos y después dos más y la estructura tubular parecía desmoronarse y entre hueso y hueso llegué al clamor que ahora era trinchera llena de pibes con gorritas y pantalones de gimnasia; eh piskuí, me dijo uno, qué hacé, y yo le respondí qué hacé qué, moco, entonces me dice bobolato, no te das cuenta que estamos en pleno combate, mariposa, qué queré, y yo le digo ¿qué me dijiste la reconcha de tu vieja?, ehh, me dice el guacho, con mi vieja no te metás, y otro me dice, yo a vos te conozco, ah, sí, le digo, ¿y con eso qué? ¿te debo algo?, no te ortibés, me dice, pero agachate si no querés que te vuelen la croqueta, ¿qué está pasando, le digo?, hay guerra, me dice: los del uno contra Morraja y los pibes de Urquiza. ¿Sí? Morraja es amigo mío. Sí, ya sé, me dice, ¿por eso estás acá, no? Nonó, le digo, sólo estoy paseando, y entonces un enano se caga de la risa, y yo lo miro fijo y le digo de qué te reís, corky, y el chabón se caga todo y me dice tá todo joya, disculpá, bueno, le digo, pero que sea la última vez, y así estábamos en pleno parlamento cuando siento una especie de explosión que me tiró un par de metros y me dejó aturdido y con la calosa en la mano.
Cuando me desperté ya no había nadie, salvo un ciruja sentado en la pared de enfrente, mirándome fijo y fumándose un faso; poco a poco me fui levantando, aunque tenía un mareo muy ortiba, hasta que me puse de pie y apoyado sobre la cámara polínica me dirigí al hombre y le dije che, foca, a dónde se fueron los pibes, ¿qué pibes?, jajá, me contesta con voz gruesa, dale viejo respiratorio, los pibes que se estaban peleando acá, pibe, me contesta, ¿qué fumaste?, estoy acá desde ayer y no vi a nadie, sólo a vos, jajá, que llegaste hace una hora tambaleando y te desplomaste ahí, y vos cómo sabés que llegué hace una hora, acaso tenés reloj, sí, jajá, me dijo, y me lo mostró, qué chabón raro, pensé, y le dije nos vemos, y seguí mi camino hacia adentro.
Me dejé llevar por la marea negra y de este modo fui llegando a una parte más ancha que tenía una especie de zanja en el medio donde corría un líquido re podrido y re acinete que me estaba matando con la baranda, la nariz me picaba como la mierda y la garganta me ardía como la concha de la lora, pero por suerte llegué a un lugar que tenía una alcantarilla grande en el costado por donde se metía el riacho, así que poco a poco el tufo se iba yendo y a mí me volvía la macrófila y el manubrio, pero no pude disfrutar mucho tiempo porque de pronto apareció adelante mío un chabón gigante como una jirafa, que medía como tres metros o más, lo juro por mi vieja, y nunca había visto nada igual y ni siquiera Carlitos superpancho de Giribone se podía comparar y yo casi me hago sapo del cagazo y el aparato filar se derretía y todo mi corazón era una turbina y pensé soy historia, que me entierren abajo del tanque de Celina porque de esta larva no zafo ni en pedo, entonces la jirafa se acercó dos pasos y se dejó ver un poco más, tenía unos pantalones tan largos que parecían cortinas, eran grises y sin bolsillos, una remera verde inmensa toda manchada de grasa y las manos calzadas en unos guantes de goma naranja, y lo juro por Dios que le salía una especie de cuerno del medio de la capocha, y la bestia dio un paso más hacia mí y pude verle la cara bastante bien y noté que los ojos eran muy claros, re celestes, y que además era bizcocho, seguro que veía doble.
Y pensé éste debe ser el guardián de la grela y lo encaré y le dije con todo respeto, ¿usted es el guardián de la grela?, ¡¡¡¡buaaaaaajjjjjjjj!!!!, me contestó y vi que levantaba el brazo y la puta que lo parió, y empezó a revolear una cadena que no había visto, y pensé acá estoy frito, super rígido, super rígido, y grela, como si fuera un látigo, sacude un cadenazo y casi me hace puré la cabeza, pero por suerte me agaché justo y le pegó a la pared, que parecía derrumbarse, y sin ponerme a dudar me levanté como pude, y quemando la turbina te escapás, y como si fuera Tino picando en el campito rajé por donde vine y corrí un buen rato a toda velocidad, volví a pasar la parte ancha y el riacho podrido y seguí y seguí, cagado en las patas, hasta que llegué adonde estaba el ciruja del reloj, que seguía en la misma posición y fumándose un faso.
Jajá, me dice, parece que viste al Diablo, jajá, y yo no podía contestarle por la agitación pero qué ganas tenía de mandarlo a la concha de su madre, en fin, decidí sentarme un rato porque parecía que estaba todo joya y que el guardián no iba a venir hasta ahí, y pasaron unos minutos y un juego rico de amores, caída libre para dos, y anamorfo, anatropo que el alma me volvía al cuerpo y levanté la cabeza y le dije al ciruja allá adentro hay un chabón gigante de tres metros que casi me mata, y el ciruja me dice jajá, es el guardián de la grela, agradecé que no te llenó la canasta y estás vivo, ahora, pibe, mejor andate a tu casa, si encontrás la salida, jajá, y le digo, ¿de qué carajo te reís todo el tiempo?, jajá, me dice, de nada, y le contesto bue, no tengo tiempo para eso, nos vemos, y empecé a caminar hacia donde suponía que estaba la entrada, pero no sé qué mierda pasaba porque me empezó a agarrar la melancolía inversa y unas ganas tremendas de llorar, así que paré un momento mi caminata y me puse a pensar y a pensar hasta que finalmente decidí que no podía volver, que tenía que seguir por el túnel hasta las últimas consecuencias y entonces otra vez di la media vuelta y volví con el ciruja, que seguía siempre igual, y le pregunté ¿sabés si hay otro camino allá adentro?, jajá, me dijo, ¿qué es lo que andás buscando?, ¿a dónde querés ir, pibe?, es mi problema, le contesté, bueno, viejo, ¿sabés o no sabés?, entonces me explica que el único camino que conoce es por ahí y que supone que más allá el túnel se abre en varios más, pero que hasta el guardián de la grela hay un solo camino, ¿y tenés idea qué puedo hacer para que me deje pasar?, jajá, me contesta, el guardián no deja pasar a nadie, y la puta madre que lo parió, ¿qué carajo puedo hacer para pasar?, jajá, me contesta, la única forma es pasar cuando está durmiendo, entonces se me abrieron los ojos y el viejo siguió hablando y me dijo el guardián duerme todos los días tres horas, desde las nueve hasta las doce de la noche, ¿y qué hora es?, jajá, me contesta, y mirando el reloj me dice las ocho y media, ¿de la noche?, sí, de la noche, y pensé voy a empezar a caminar despacio y le dije al viejo gracias, nos vemos.
Caminé la lenteja durante un rato hasta que fui llegando al lugar del bizcocho cornelio, entonces decidí agacharme y tratar de escuchar, pero no se oía nada, así que me adelanté unos metros con mucho cuidado y poco a poco empecé a sentir un traqueteo que aumentaba y avancé todavía más y comprobé que era la respiración de grela, y así, como lechuza, esperé un poco, y de pronto, como si fuera un elefante el chabón mandó un ronquido re groso que hacía un bardo de aquellos y después mandó otro, y otro, y otro.
Me saqué las zapatillas para no hacer tanto ruido y me mandé re cuidadoso y atenti, que si el gigante se daba cuenta me iba cobrar todo el viaje, y fui caminando por el costado derecho casi sin respirar y con los ojos clavados a su cuerpo, y ya estaba zafando del todo cuando me vino una idea de la que no me arrepiento, pensé por qué no saco el cuchillito y se lo meto hasta el fondo de la garganta y la terminamos con este bodoque, y bastante decidido me acerqué como gato a su cara y agarrame ésta, pedazo de puto, y tac, se la metí hasta el dedo y después le hice rosca y media vuelta; grela pegó un lamento que todavía escucho y me da tristeza, pero bue, después se empezó a sacudir y yo rajé unos metros, el chabón se ahogaba y casi no podía emitir sonido y finalmente cayó al piso y se arrastró un rato hasta que se le arrugó la vida y quedó mortadela, y le dije viste, carabobo, eso te pasa por ortiba.
Otra vez me metí en la chupadora y a otra cosa mariposa, y el tricoco y los carpelos caían del techo como si fueran frutas, y entonces veo delgadas luces horizontales que atravesaban las hendijas del techo negro, se apaga la luz, se prende la luz, se apaga la luz, se prende la luz, para el polínico por favor adelante, no se detenga antes de la sartura muy lejos, y el mareo me hacía saporatus en la cabeza y me daba vuelta como una tortilla, y habrán arruinado la nocturnidad del subsuelo me hace un pogo tras otro y ya no aguantaba, manú; para colmo las ratas se venían encima y cada vez eran más grandes, más pravus.
El infierno estaba encantador esa noche y la velocidad me convertía y me agarraban sensaciones muy copadas que me recorrían el todo cuerpo y que todavía me dan cosquillas y ahora mismo me viene otra vez y masa la y tripa qué y besos más y cómo explicar lo que no se puede y el tubo criboso y la transferencia me tiraban mil baldazos de la pasta macrófila, mucha pasta y mucha tripa y un corazón re viajado, y no sé bien ni recuerdo qué me parecía el mundo pero cerré y después volví a abrir los ojos y descubrí que había llegado a ese lugar que me había dicho el ciruja, donde el túnel se abre en varios más ¿y cuál, cuál me conviene?
Agarré uno que era menos oscuro que los otros y con menos baranda y me mandé rapidito y patinando sobre el tubo polínico y al toque llegué a una nueva división, elegí el túnel izquierdo y seguí y seguí y parecía que estaba todo joya y ya empezaba a disfrutar de la yerba negra interminable y en el cuello sentía la núcula y en el envase la nomófila y la emoción vibrante me sopapeaba y la mosca me aleteaba adentro de la croqueta y me abarajaba la jaiba con el apoliyo y la sonrisa y la corrida muy grosa de la gayola me daba su picotazo y su inyección de velocidad y de noche, pero un ruido nuevo se empezaba a meter adentro mío y me bajaba de la rama y metiendo el freno empecé a escuchar otra vez un chillido muy ortiba y empecé a perseguirme con la rata gigante y el hombre gato.
Continué con la precaución y con la calosa en la mano y recordé algunas personas que me quisieron y que después me traicionaron y el lamento del guardián de la grela me tiró su baldazo y casi me pongo a llorar la sustancia y la mala racha y para colmo abro los ojos a fondo y los meto más allá y descubro un roedor inmenso disfrutando su cena, una pibita de Lugano que iba al Comercial 12 y que alguna vez me histeriqueó su pata ancha, y qué carajo hacía ella ahí, pero sin carburarlo demasiado ni hacer muchas preguntas pensé es al pedo el heroísmo con una minita que ya está mortadela y en fetas, así que me di vuelta lentamente y volví para atrás, pero siempre la misma historia con los que se van, porque claramente empecé a sentir que la rata se me venía encima y cagamos dijo Ramos, rajemo dijo Remo, a corregaser uno doli trili catoli quili quilete número siete que me hace queso.
La rastrera me estaba alcanzando y estaba a punto de masticarme la valva pero saqué fuerza de donde no tenía y Matanza aguanta y el verano y los mosquitos vinieron a ayudarme y yo era Tino y Adrián Navarro juntos en la carrera por la figurita, y damas y caballeros, recién llegado de Villa Celina, donde los soretes caen de punta y los guapos bajan la cabez... cagamos, me agarra, me agarra, pero para un poquito, justo descubrí una escalera y una lamparita que antes no había visto y no sé de dónde salieron pero nada de matemática ni filosofía y de una me mandé a todo trapo, pero mucha alegría que dura poco porque después del último peldaño comprobé que seguía en el túnel, aunque en otro nivel bastante podrido, y noté que todos los tubos estaban clausurados y no se veía salida y entonces me empezó a agarrar la paranoia y la melancolía inversa y por eso otra vez corrí mientras lloraba la gleba y perdía la macrófila, el manubrio y toda noción y la cosa me chupaba y me lanzaba más allá y no te lo vengo a robá ni te lo vengo a pedí y anamorfo, anatropo que ya no sabía qué carajo pensar y todo se trataba de correr y otra vez y al revés de correr de correr en la música y en el túnel y respirar la gemación del negro y hacia el continuo paso empecé a conversar con la nada, primero tímidamente, después con disserto pluvial, a vos te hablo pronunciaba mi discurso al invisible, jouleciano del campo arrastraba sílabas de la bestia recalesca, inexpresivo sobre mi rostro expresivo, la romería y el río de mí en el obbrutesco de mis facciones, campo inevitable, campo irreparable, la cara se ha transformado en una postura de ademanes paralizados, marino del olvido por fin he llegado, caminante negro-blanco como este túnel deslizante, muerto, ausente como un hombre de fotografía, intermori, demori, decedere, obire, eppetere, perire, interire polimorfo y narrador canino del barrio extranjero, uno dos uno dos en el sótano de la Matanza, cerca de la General Paz y la Richieri.

Krzysztof Iwin

martes, febrero 21, 2006

Alvy Singer

http://www.alvysinger.com.ar/

La música rota

"Si la tierra es un ser vivo
y tiene pulmones que por mil respiraderos exhalan fuego,
puede cambiar sus conductos de respiración
y, cada vez que se mueva, cerrar unas cavernas y abrir otras".
Ovidio, Metamorfosis, Libro XV.

Primero la especulación a mismar, después la escalera en la Facultad de Ciencias Sociales sobre la calle Marcelo T. de Alvear, los ojos verdes que se estampan en la tela de suave nocturnado, zambar el beso en Plaza Houssay, el viaje a Ushuaia con los primeros objetos, el consoliente azul junto al Lago Argentino en el Parque Nacional Los Glaciares, alcanzarte en el paseo, pero breve, pero trágicos los episodios entintados, pero de amor la convivencia supura en Haedo, el grito feroz y el final con el timbre arrebata y plasma, encuentra vocecita requebrada el flete que a ella exige con sus cosas y yo, figura herida junto al matinal, no quiero, no puedo tolerar la horrible gente desesperada que grita por mi boca y finalmente escapo Juan famélico por un agujero y ruidar sin detenerme busco la música afuera del departamento horizontal, y corro a toda velocidad hasta alejarme de los cerastas vecinos, de las propétides chismosas, de los ojos, de los dedos, de los jueces de la panadería, del kioskito, del taller mecánico.

Porque ya no quedaban hojitas para mí, facilante, estrechoso fui cuesta abajo hacia Rivadavia y la vía del Sarmiento a través de la calles interiores. Dentral, roctúmbilo después de una mañana de sol blanco en el conurbano residencial, terrené mientras enanizaba el día, y esto no lo sabe nadie me fui junto a la vía a dos cuadras de la estación y pensé seriamente la posibilidad con el llanto y el ojo hinchado y acaso dormir, por qué no, historia maravillosa, música permanente, apoyado junto a mis solsticios treparía árboles debajo del tren, y no me importarían las caras ofuscadas acá, burlonas allá, de los pasajeros, de los transeúntes, de los policías, de los bomberos que me rodearían, porque puertal me acunaría lentamente sobre la hemorragia algodonada y el hormigueo con caricias de la última siesta.

Destellás el límite sentado en la orilla cerca de los rieles y observás los metales en movimiento, antorchás ideas sobre las voces posteriores, sobre el lamento ajeno, de una en particular, el de ella que ahora resplandecés con tu imaginación en la mancha pequeña, vagido suponés que se abrazaría a tu despojo y de este modo conjurarías la angustia, hasta la muerte, y nuevamente entrarían en la casa al final del largo pasillo en la calle Lainez, y sonrisa entre los dos arreglarían los muebles, barrerían el living, a la noche subirían como siempre la escalerita caracol hasta la terraza, donde comieron pan dulce, donde vieron estrellas, donde descubrieron al colibrí entre los árboles, pero campito distante el preámbulo cede y el pasto se marchita detrás de la cortina, se deshace el paisaje que te pegaste y nuevamente surge ante vos la ciudad profunda, indiferente, y ahora escuchás el ruido, nítidás el chapoteo de los rulemanes, te apabulla el tren que puede aplastarte, que puede arrastrarte las tripas durante cientos de metros, y te espantás y das un paso atrás, y otro, y uno más, y qué vas a hacer ahora, decime qué, caído, pálido, decímelo, agrietado, gritás, llorás, la gente te ve, te caés y querés rezar, te arrastrás como un loco sobre la basura, y esto no lo sabe nadie, Juan encadenado, afónico en el patetismo, inventado para el piso, no habrá salida para vos, no habrá gentilezas que te alcancen, sólo años interminables, aferrado al dolor en el estómago, al herpes en el ojo, a la alergia y el edema de glotis, a la erupción, al prurito, a la fobia, al miedo y a la marchitez galopante, que el cuarto negro y chiquito te espera en Boedo, limpiador de inodoros, y allí comerás negrura y comerás silencio y nada te alcanzará, muerto de hambre, y ella no contestará tus llamados y así volverás a la idea junto al balcón y el vacío, pero nuevamente darás un paso atrás, y otro, y uno más, y aunque te martillen la sien te atarás a la pata de la cama como un cobarde.

Retomé como pude los estudios en la Facultad de Filosofía y Letras, pese a la infavorable que me espoleaba, y al suave tampocolio asistí aún con la salina pegajosa en la cara, con la asustadiza, con la mano mutilada, y pedí lecturas y pedí personas. Algunas de ellas se interesaron parcialmente en mí y quisieron acompañarme en mis horas arrebatadas. Yo respondí al adosamiento de las manos y acepté café y acepté conversaciones y acepté fiestas. Tenía el vacilante y la medida inalcanzada de un largo año cuando llegó el verano y una propuesta de campamento, de sur, de bosque. Pensé que era mejor que mi cuarto negro; sí, te conviene ir, me dijeron muchos. Sí, me conviene.

Cuando elegíamos el lugar, el voto masivo sobre el mapa señaló el Parque Nacional Los Glaciares, y yo entrelazado hocico espumeante coloreé el pasado y a ella y comencé a sangrar, Juan cadáver tibio. Me puse pálido; les dije que mejor fuéramos a otro lugar. Pero mínimas las intenciones me rechazaron y tuve que decidir si volver o no volver.

Por la soledad intolerable, por la pieza ningún pájaro, ojalé pusilánime, llené la mochila y compré los pasajes para la cárcel itinerante junto a los conocidos. Nunca la realidad sería tan interna, nunca el espacio tan temporal ni tangible como esos días la locura.

Empecé a llorar a escondidas, a rechazar los paseos, a callarme, a irme solo al bosque. No mirar el Glaciar Perito Moreno, no mirar la loma dorada, no mirar el caminito ascendente, no salir de la carpa, no verte por favor. ¿Qué le pasa a Juan? Juan me da miedo. ¿Para qué vino si va a estar así?

Todos estaban enojados conmigo. Secreta culpa, ave plateada, tan terrible y tan linda, vuelve y se une a mi cuello, me hiere con su espada curva, me arranca la piel, me despedaza. Me miré en un espejo, degenerado progresivo, ¿en qué me estaba transformando?

El grupo planeaba seguir viaje hacia El Chaltén. La última noche cerca del Glaciar, después de una semana a tan grandes dolores, una noche junto al fuego les dije que me iba, que no soportaba más, que me disculparan. No me tambores, no me veas, no lo hagas más.

Las miradas de mis compañeros se volvían más feroces y frente a todos me llené de agujeros como una flauta, después me traspasó el aire y por fin lloré por todos lados sonidos desprolijos, caóticos, fragmentados, escamados de anécdotas incoherentes, de detalles que a nadie importaba, y nunca fue tan humillante un llanto, nunca objeto de tanta acusación.

Se fueron. Apenas se despidieron de mí, que preferí quedarme solo un día más en el Parque, antes de ir a Calafate y comprar el boleto de regreso.

Cuando estañar perfiles la tarde caía, decidí buscar leña en el bosque sobre la colina para mi fuego único. Preñado por el desastre ahora juntaba ramas, juntaba piñas y dudaba de todo, paranoico, al borde nuevamente de la idea, del hormigueo y la siesta final, pero espalda inmediata, formas del agua, de repente, ¿una alucinación?, ¿un brote psicótico? –yo creo que no, a veinte metros de mí caminaba en contacto un zorro colorado, tranquilo, tan verdadero como increíble, que olfateaba por momentos los árboles cuajados.

Lo miré fascinado. El también se detuvo y me vio fijamente.

Alrededor la naturaleza me ocultaba de los enfermos y me recomponía, pedacito a pedacito, aquellas partes que se doblan, encrucijada de las probabilidades, Juan por leves hojas, y el zorro tan hermoso y tan núdico para la contemplación se mantuvo incólume durante aproximadamente media hora, una eternidad.

Nos mirábamos a los ojos -encamínate a mí.

Después de un largo tiempo, lento como el crecimiento, o como las manos que deshacen nudos, de pronto giró la cabeza rojiza y naturalmente continuó su camino hacia la profundidad.

Me senté un rato en el bosque, sin amenaza alguna. Después, volví al campamento.

Hice fuego, miré el cielo y las espirales gigantescas mucho más tranquilo que antes, Juan combado, mordido por alimañas sedantes, ahora no me llevaría la confusión, ni el miedo, ni anunciaría mi muerte, ahora dormiría en el alta mar y después amanecería, iría a Calafate y tomaría un avión que me devolvería a Buenos Aires, pero eso sería después, ahora me acostaría al ras del suelo y de la noche austral, desvelado suavemente por la paz pasaría estas horas junto al Lago Argentino sin ella, sin imágenes dolorosas, solitario como el zorro del bosque, o junto a él, si volviera.

domingo, febrero 19, 2006

Bichitos colorados

Se venía corriendo la bola que Lugano iba a venir a Celina con más de cien chabones, que los estaban reclutando de Lugano 1 y 2, de la villa de Escalada y de Copello. Resulta que una semana atrás habíamos ido a jugar a la pelota al Maristas por un campeonato que armaron los curas. Después del partido, que ganamos 3 a 1, un gordo bestial, al que le decían Oso, se la agarró con mi primo Tato. Pobre Oso, pura espuma, no sabía la que le esperaba. Tato era un pibe flaquito, como chupado, y de estatura normal. Pero las apariencias engañan, eh. Mi primo era uno de los pibes que mejor peleaba en Celina. A Peluca, al temible Peluca de los bajitos cerca del centro comercial, lo cagó a trompadas más de una vez. Tato era rapidísimo, de piernas y de brazos, una cosa de otro mundo. Una vez nos trenzamos, cuando éramos chicos. Fue en el campito de Celina. Los dos jugábamos para Bichitos Colorados, equipo mítico de los torneos infantiles de La Matanza. No sé por qué nos agarramos, pero sí me acuerdo la paliza que me dio. Por cada piña que le daba, él me devolvía 5. Cuando nos separaron, Gastón del décimo (del edificio 7) empezó a cargarme porque yo lloraba y reía al mismo tiempo. "Ríe-llora, ríe-llora...". Enseguida mi primo, que quería reconciliarse conmigo, me dijo que me hiciera respetar, que le pegara una trompada. Sin pensarlo demasiado, me acerqué a Gastón del décimo, que no paraba de reírse, y lo puse en el medio de la boca. "¿De qué te reís?". Al toque empezó a sangrar. Se fue a la pileta, sin decir nada. Mi primo Tato me felicitó y me abrazó. Nunca más nos volvimos a pelear y durante años fuimos pegados como garrapatas. Bueno, me fui por las ramas. Como siempre. Volviendo atrás, el Oso lo bardeó a Tato en el Maristas. La cosa es que mi primo lo fajó. Los amigos del Oso saltaron y nosotros también. Se armó un combate importante. La nota graciosa la dio uno de los Hermanos Maristas, que puso por los altoparlantes: "La paz esteeeé coon nosootros, la paz esteeeé coon nosootros, la paz esteeeé coon nosootros, que con nosotros, siempre, siempre esté la paz". Era bizarro.
Finalmente, el Oso y sus amigos, todos de Lugano 1 y 2, se fueron a la mierda, pero ojo, prometían venganza. El héroe del día fue mi primo, no cabía duda. Todos lo felicitaban.
Hay una canción de Pity que no me puedo despegar. Dice "somos indios latinos con guitarra eléctrica y comunicados a través de internet". Otra vez me puse tangencial, y bue. Lo que pasa es que al pensamiento le agarra efecto de Joule: donde hay corriente también hay producción de calor colateral. En fin, se decía que iban a venir con cuchillos, con cadenas y toda la sanata, es más, en una de esas traían fierros. Y que vengan, si quieren venir que vengan, dijo un borracho.
Un viernes a la tarde estábamos jugando en la Sociedad de Fomento. Seguro que el pasto estaba alto. Seguro que la pelota estaba ovalada. Seguro que había un árbol en el medio de la cancha. De pronto, un pendejo, que después no vi más, apareció corriendo y dando la voz de alarma, desesperado, que venía una banda haciendo pata ancha entre los edificios de la General Paz. Los rumores se hacían realidad. No había tiempo que perder. Nos repartimos. El cabezón Adrián fue a buscar a los escobitas, a Gusano, a Cocorocó y a los dos Juanchitos -el mayor cagaba a palos a toda la 137. Tino se encargó de Julio, Rober y los pibes de Caaguazú. A Petete le tocaron los pibes de Unanué, que eran un montón. Tato y Bomba, mi otro primo, fueron al 7 y al 11 a traer a todos los que encontraran.
Pasaron más o menos diez minutos y ya teníamos a los extranjeros encima. Venían re embalados y nosotros todavía sin refuerzos. Nos rodearon. "¿Dónde está Tato?", preguntaron. "Acá", les dijo Rafa, agarrándose los huevos. Nos empezaron a cascotear. Pensé que nos mataban, pero enseguida aparecieron nuestros monos, que salían de todos lados. De cada rancho de Celina por lo menos uno, hasta gente grande. Fue una gresca histórica. Los escobitas vinieron en motos. Duró como una hora. Mi primo Tato volvió a destacarse. También un pibe al que le decían San Martín. Dicen que ese día se inventó la frase "a cada chancho le toca su San Martín". No sé. Me gusta caminar en otoño, pisar las hojas caídas de los árboles, escuchar el ruidito que hacen al quebrarse. El raterío estaba más revuelto que nido de caranchos y a Lugano se le repudrió. Al Oso le volvieron a romper la cabeza. Les dimos para que tengan. Los corrimos hasta la General Paz. La frontera no la cruzamos, porque nunca se sabe. En una de esas nos tenían preparada una trampa. Cuando era chico un tío mío que fue a Estados Unidos me regaló unos chicles gigantes. Yo nunca había comido chicle. Me dijeron que tuviera cuidado porque si lo tragaba se me podía pegar en el estómago y morirme. A la semana siguiente de la pelea, hubo otro minicampeonato en el Maristas (duraban solamente un fin de semana). Nos anotamos como "Bichitos Colorados". Llevamos una banda de gente. Le pedimos a don Ángel, antiguo técnico de los Bichos, que nos dirigiera, y aceptó de primera. Estaba emocionado. Hasta conseguimos los trapos de aquella época. También llevaron un bombo. El chino y los guachos de Ugarte hicieron una bandera gigante que decía "Aguante Celina". Salimos campeones. Aguante Celina. El tiempo es una mancha de humedad. Los años son gotas blancas que van cubriendo las fotos que tengo en la cabeza. Pero todavía queda algo. Tato la rompió. Yo hice un gol con la panza, fue muy loco. En un corner, la pelota se cruzó a media altura, demasiado alta para el pie, demasiado baja para la cabeza, y la empujé con la panza!
Dedicado a Tato Cogorno.


*Publicado en
el interpretador.

sábado, febrero 18, 2006

Tú, aire que respiro en aquel paisaje donde vivo yo...
A mis amigos militantes del Peronismo Auténtico, que tenían como sede la Unidad Básica "Eva Perón" en Villa Celina, heridos en las peleas sobre la vereda del Banco Provincia el 6 de noviembre de 1992.

A Oscar Lorenzo Cogorno.

Al Racu y la pastoral villera.

A mi mamá, presidente de mesa que se llevó la urna al baño porque no confiaba en los fiscales.

Al padre Franco, cura obrero.

A la mujer del kiosko quemado, que nos conseguía alimentos de la Municipalidad, que descanse en paz.

A la gente de Las Achiras y a todos los que estuvieron en la noche de reyes peronistas.

Al camionero y los militantes del galpón de San Justo.

A Teresa de la calle San Pedrito (causa de este post), que según me contó mi amigo Víctor (su hijo) ayer por teléfono, le prende velas a Santa Evita.

Santa Evita

"Lanusse sabía que yo tenía el cadáver, pero ni él ni yo podíamos imaginar en qué estado estaba, después de tantos años", apunta Cabanillas.

He oído versiones de que el gobierno de Aramburu ordenó hacer tres o cuatro copias perfectas de la momia de Eva con resinas de poliéster y fibra de vidrio, y que una de esas copias fue a dar al puerto de Hamburgo, donde el coronel Moori Koenig la confundió, en 1961, con el cadáver verdadero. La viuda de Moori Koenig ha confirmado ese dato. Cabanillas lo niega, con énfasis.

No hubo copias", dice. "Nunca se nos ocurrió que podía haberlas. En los asuntos de inteligencia, como usted sabe, echar a correr un rumor suele tener más peso que imitar la realidad."

¿También lo de las flores y las velas es falso?, pregunto. Aludo a la versión de que, donde quiera estaba el cadáver, aparecían flores y velas.

Eso es verdad", dice Cabanillas. "Sucedió cuando la teníamos deambulando por Buenos Aires. Las flores y las velas nos volvían locos."

***

"Maturini intervino una vez más", continúa Cabanillas. "Con el pretexto de que se trataba de una ceremonia religiosa, no les permitió entrar. Por fin, abrimos la tapa del ataúd. Me paralizó la sorpresa. Estaba todo lleno de polvo de ladrillo, de cascotes. El aire se llenó de una bruma bermeja, y hasta que no se despejó no pudimos ver el cadáver que seguía allí, intacto. Uno de los operarios se inquietó al verlo. ¿Acaso esta mujer no murió en febrero de 1951?, dijo en alta voz. Todos asentimos. ¿Se dan cuenta? Lleva en la tumba más de veinte años y parece que siguiera viva. ¡Es una santa!, gritó otro de los operarios. Entonces cayeron todos de rodillas rezando el Ave María y repitiendo ¡Miracolo! ¡Miracolo! Una vez más, la sabiduría de la Iglesia acudió a salvarnos. Dos de los hombres estaban despavoridos y querían salir. La hermana Giuseppina los detuvo y les dijo: ¿No ven que ha sido embalsamada? Esa simple verdad los tranquilizó."

***

"La hermana Giuseppina desnudó el cadáver y lo limpió con mucha destreza. Nos sorprendimos de que fuera tan chico, casi como el de una muñeca, y de que diera tanta impresión de vida. Volvimos la espalda cuando quedó al descubierto el monte de Venus, con su pelusa fina, y ayudamos a la monja a que le pusiera una mortaja y le cubriera la cabeza con una mantilla. Hizo falta desenredarle el pelo, quitarle algunos broches oxidados y volver a peinarla. Sólo entonces la pusimos en el ataúd nuevo."

***

"En 1976, poco después de que la viuda fuera derrocada por una junta de militares depredadores, ambos cadáveres fueron retirados una mañana de lluvia y enterrados en lugares distintos: a Perón se le asignó un mausoleo en el cementerio de la Chacarita, donde una década más tarde lo profanarían, cortándole las manos. A Eva la llevaron al de la Recoleta, en una zona oligárquica de Buenos Aires que ella odiaba. Con Perón no se tomaron precauciones de vigilancia. Eva, en cambio, yace en el fondo de una cripta, cubierta por tres planchas de acero, cada una de las cuales tiene una cerradura con claves de combinación.

Hacia el mediodía de aquel 26 de julio decidí visitar la tumba de Evita. El lugar estaba desierto, y en la entrada de su mausoleo había unas pocas alverjillas blancas y un par de velas encendidas. De pronto, vi que se aproximaban al lugar cinco o seis viejos. Arrastraban los pies, caminaban con un curioso bamboleo. A la cabeza marchaba un personaje macizo, marcial, al que no hacían mella los años. Levantaba un bastón y trataba de llamar la atención de los escasos paseantes: "Vamos a rezarle a nuestra santa", decía. "¡Vamos a despertar a Evita!"

T.E.M

"Pero ella no vacilaba, se entregaba y lo hacía de igual a igual, como hermana, no como las señoras de la Sociedad de Beneficencia, de los viejos tiempos... A la noche regresaba, tarde, a la madrugada, llena de piojos y de liendres."







































El hijo de la maestra

En mi barrio algunos me conocen como Chorza, pero mucho tiempo antes, los vecinos, sobre todo las personas mayores, se referían a mí como "el hijo de la maestra".
—¿Quién es este pibe?
—El hijo de la maestra.
—¿Qué maestra?
—¡La maeeestra! ¿Quién va a ser?, la que vive en Avenida Cruz, enfrente de la Juanita.
—Ahhhh, sí.
Sucede que mi madre fue una de las maestras más famosas del barrio –ahora está jubilada-. Trabajó en sus tres escuelas, la 137, la 138 y la 139. En la que estuvo más tiempo fue en la 138, anclada en una de las zonas más pobres de Villa Celina, en el barrio Urquiza, cerca de las Achiras. Debido a su personalidad hiperactiva, su capacidad para organizar y su sensibilidad, siempre realizó actividades que trascendían lo escolar: visitaba casas, organizaba el comedor, conseguía zapatillas para los chicos. Con el paso del tiempo, se convirtió en un referente de las escuelas de Celina, mi vieja, una maestra de frontera en el Conurbano Bonaerense.
Además, durante muchos años ha dado clases particulares , a veces sin cobrar un peso.
¿Será predestinado?, no lo sé, pero mi mamá se llama igual que el barrio: Celina.
"Doña Celina", le dicen algunos; "Señorita", le dicen muchos otros, aún gente de veinte, de treinta años que, en su mayoría, la tuvo como maestra.
Ser su hijo me salvó en varias oportunidades. Las que más recuerdo son dos:
La primera vez fue en el campito y por culpa de Javi, que se había zarpado con unos guachitos que jugaban a la pelota. Vinieron como 10 chabones de Urquiza, amigos del hermano de uno de los pendejos, y nos empezaron a cagar a piñas, a Javi –que después salió corriendo y me dejó solo- y a mí. Me encerraron y me empezaron a dar. Me estaban haciendo mierda: trompadas, patadas de todos lados. Aguanté como pude; tiré un par de manotazos al aire, pero era en vano. Ya está -pensé-, cobré para todo el viaje. Por suerte, me mantenía en pie, aunque en cualquier momento me tumbaban. Y en el piso sí que estaba listo, ésta no la contaba. Pero antes de que cayera en desgracia y me hicieran puré la croqueta, de golpe la cortaron. Alguien me había reconocido:
—Pará, pará que es el hijo de la maestra.
La otra en un bondi. Volvía con Tino de ver a Boca en el 143, que habíamos tomado en Constitución. Estábamos sentados por la mitad del coche. Atrás, venía una barra de pibes de Urquiza, que eran de la 12, muy bravos. Se zarpaban con todos los que tenían cerca: le tocaban el culo a las minas, les pegaban bifes a los chabones, los escupían de atrás, los puteaban. La cosa es que, ya entrados en Celina, nosotros nos teníamos que bajar. Le dije a Tino que había que hacerlo por la puerta de atrás y bancarnos la que venga. Teníamos la remera de Boca puesta y no podíamos quedar como cagones bajando por adelante, así que fuimos para el fondo. Toqué el timbre. Tino estaba re julepeado, blanco como una hoja. Los pibes de Urquiza estaban a nuestras espaldas, algunos sentados en los últimos asientos, otros parados. Yo no los miraba, tenía la vista fija en el timbre. Esperaba un coscorrón en cualquier momento, un gargajo, que me apuren, pero no pasaba nada: atrás nuestro la patota guardaba un silencio absoluto. El tiempo se alargaba o el bondi iba más lento. Era una espera interminable, sofocante, siempre silenciosa, no volaba ni una mosca. Finalmente, cuando el colectivo paró y estábamos bajando la escalera, uno me dice, con voz ronca:
-Eh, loco.
Me di vuelta despacito, y esperando la peor, le contesté.
-¿Sí?
El flaco, con una carita que ni te cuento, muy serio me dice:
-Mandale saludos a tu vieja.

Dedicado a mi madre, Celina Zaldarriaga.

Objetos maravillosos 6 - Improvisación

No sólo de muletillas vive el vendedor ambulante.

Una clienta se prueba un anillo de piedras blancas modelo "la cumbre de los encantos".

-Me gusta -dice la chica sentada en Freak Roy-, lástima que tiene una piedra que está fea, está oscura.
-Mmmm... ¿sí?... a ver,dámelo... mmm... ¡ah!, nooo, esto es a propósito.
-¿?
-Sí, es para cortar con la monotonía del blanco.
-Aaah.
-Este anillo está buenísimo, te re conviene.
-Bueno, me lo llevo.
-Bienvenida al éxito.

Objetos maravillosos - 5 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

viernes, febrero 17, 2006

Ampere

Traga la substantia y descarta el envase, que puñaladas, que golpes, que fierrazos, que mete destornilladores y pedazos de vidrio, nanofiltrador, desinstalador de cuerpos, encurvado en la república polimorfa menos hombre y menos artista, del ciudadano se va, del público se va, libre como pájaro uno lo ha conseguido, pero regresa a revolver el vecindario y en esto se cuenta, para sacarle la humedad relamido, superembebido, lengüetero al pánico disfrute, que en las palabras se ensaña, caminante uno lo prefiere si el teatro de los idiotas acosa su conciencia, vive acá, náusea eléctrica, ondulante, cinético, bichito de la negrura, debajo de la pampa de asfalto a pesar de la sombra y el ruido, y vive y camina, camina, bichito, camina.
amperíticos acá, acá, acá, acá, acá, acá, acá, acá, acá, acá y acá.
"...cerré los ojos a la ciudad y los abrí al flujo magnético, entonces pegué un salto descomunal sobre los centenares de cabezas, un salto antiguo, un polimorfo en vuelo, y de este modo, en el parlamento del aire dije lo mío, un grito de cero negro un acorde infinito un mar, noxa noxalis para la realidad por la violencia y la caminata de sangre y cuchillo juvenil..."

epoxy5

jueves, febrero 16, 2006

Rexistencia 25 - Punta Médanos

Nos prestaron un departamento en Pinamar, lugar bastante feo, no sólo por lo careta sino simplemente por la cantidad de gente. No me gustan las playas tan pobladas; prefiero la naturaleza, la desolación, los kilómetros de arena vacía, Claromecó, Reta, Mar Azul...
Los viajes fueron accidentados. Pinchamos gomas a la ida y a la vuelta, un farolito explotó, el burro de arranque fallaba, el capó atado con hilos, el termostato se trabó y el sistema de refrigeración quedó bloqueado, la temperatura se fue por las nubes y empezamos a echar vapor a lo loco.
Pero todo lo fui solucionando y ahora soy -podría decirse- un mecánico automotriz (ya era técnico mecánico según mi título secundario, pero en máquinas y herramientas: tornos, fresas, limadoras).
Bien, la cosa es que el autito blanco nos llevó y aguante la goma de auxilio!, chiquita, pero cumplidora.
Nunca había ido a Pinamar. Paramos en un departamento del centro, zona popular al lado de la otra, que queda más al norte, cerca de lo que llaman "la frontera". Me impresionaron esas casas infernales, esos jardines. Cómo hicieron tanta plata algunas personas?
Si Pinamar no te gusta y tu perro acuático se zarpa de inquieto, persigue pelotas, se excita con cualquier otro perro, le salta a los chicos, entonces no hay lugar para vos. Pero tranquilo: el que busca encuentra.
Camino a Mar de Ajó existe un paraje. No hay construcciones, salvo una improvisada playa de estacionamiento sobre la arena y un faro cercano. El mar es más bravo que en Pinamar. Hay médanos, hay flora y hay fauna. Lo mejor son los caranchos. Ah! Un carancho lo atacó a Ayax, porque éste bardeó y se metió en un nido.
Todos los días hicimos los 35 kilómetros por la 11, desde Pinamar hasta la punta sur del cabo San Antonio.
Ayax tuvo sus días más felices. Se tiraba como kamikaze al mar, sin importarle nada. Yo le tiraba un palito bien al fondo, atrás de la rompiente y él lo traía sin problemas. Nadaba adonde sea. Y me seguía todo el tiempo. Qué perro más fiel!
Para leer sólo me llevé Las Aventuras de Tom Sawyer.
Ayax se quemó las patas y tuve que comprarle una crema y ponerle medias! en los días posteriores, cuando andaba por la arena caliente.
El sol me incendió la cara, día tras día, y me dio su golpe de gracia hoy mismo, en el viaje de regreso, pegándome en la mejilla derecha, en el pómulo y en las patas de gallo sus latigazos ardientes. Llegué con golpe de calor, mareos y dolor de cabeza. Igual, a la noche, tuve que ir a vender objetos maravillosos porque estoy quebrado. Por suerte el bronceado agradó a las clientas y el marketing del vendedor se fusionó como en los mejores días con la mercadería afrodisíaca. Fue una metralleta de venta, una explosión de adjetivos sobre las manos ahora anilladas de las compradoras compulsivas, una descarga de soles la bronca del ambulante de las mesas, que ha vuelto.
Rexistencia 24 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

miércoles, febrero 08, 2006

martes, febrero 07, 2006

San Ernesto de la Higuera

Che en mapuche significa "gente".
"Era igualito que Jesús", dice Dorita. Aunque algunos dicen que lo vieron por aquí vivo, no hay noticias de que Guevara haya estado en Vallegrande. La arquitectura de este poblado de cuatro mil habitantes casi no ha cambiado. Todo lo demás sí, gracias al Che. Apenas once meses estuvo en Bolivia, once meses de los que han pasado 37 años, pero todos recuerdan la imagen de Guevara bajando del cielo atado a los pies de un helicóptero del ejército boliviano; según algunos, con los ojos abiertos.
***
En estas tierras el Che tiene estatura de santo: San Ernesto de La Higuera, santo de Vallegrande, que llegó del cielo en helicóptero. "Se purificó su almita, luchó por los pobres, sufrió su asma, sus enfermedades, la falta de comida, así entró al cielo purito", dice Dorita. Lo mismo opina Ernesto Vargas Padilla, de 13 años: "Qué nombre que tengo, ¿no?", dice. "El Che logra que los milagros se cumplan. Uno le reza, el Che va y habla con Dios y entonces Dios concede el milagro. El Che es un intermediario ante Dios".
***
Apenas aparecieron las primeras fotos del Che en el pueblo, muchos compraron para prenderles velas. Cada 9 de octubre, por pedido de Vallegrande, el párroco de la iglesia conmemora su muerte con una misa. "Pagamos y pedimos una misita por San Ernesto de La Higuera. Durante ladictadura sólo pedíamos una misa por Ernesto, porque Che era sinónimo de comunismo", dice Dorita.
***
Favio y Manuel invitan a conocer la escuelita, hoy ilustrada con un mural de unos rosarinos. Todo cambió desde la conmemoración de los 30 años de la muerte del Che, día en que el pueblo cambió de nombre. Ahora, un busto inmenso adorna la plaza. Manuel dice que el almita del Che se le aparecía las primeras noches, hasta que se limpió la sangre de la escuelita. Las paredes están llenas de imágenes y frases.
***
En "Las cartas", Ana Escalante sueña con el Che, que se le aparece para salvarla de su miseria y enseñarle a su hija Angeles, que espera la improbable llegada de su padre, la frase Di buen día a papá. "Las cartas" alude a la cadena formada por algunos oficiales para evitar la maldición que sufrieron muchos de los militares que lo asesinaron.
***
En el año 1967 nadie sabía qué era el comunismo, una guerrilla o ese diablo que el ejército llevaba meses persiguiendo. El parecido entre su cuerpo de la lavandería y el de un Jesucristo martirizado fue tan asombroso para la gente -hasta para las monjas del hospital- que, aún hoy, una misa semanal a petición de los vecinos honra su presencia en el lugar y fotos suyas adornan las paredes de las casas junto a la estampa del Señor de Malta, patrón del pueblo. El "Che", al que los campesinos denominan San Ernesto de La Higuera, es una figura importante del imaginario religioso en la zona. Curioso destino el de un ateo convertido en santo.
***
Doña Ligia recuerda que el día que trajeron su cuerpo en helicóptero, ella, todavía una niña, salió corriendo de la cooperativa donde trabajaba y se fue a la lavandería. Pasó a su lado, el olor era fuerte, el torso y las piernas desnudas, "me fijé y no tenía ni una picada de mosquito, algo extraño, y aquellos ojos. Aquellos ojos que te seguían". Confiesa que guarda como amuleto un mechón de su pelo, siguiendo una ancestral tradición de la zona, y sentencia, emocionada: "A él le mataron el cuerpo, pero su espíritu está en cada uno de nosotros. Su sangre se mezcló con la tierra de este pueblo".

el interpretador - febrero 2006


lunes, febrero 06, 2006

Correspondencia
















Escuela 137, Olavarría y Martín Ugarte (ex Av. Cruz), Villa Celina.

----- Original Message -----
From: "Pedro"
Sent: Wednesday, January 25, 2006 1:13 AM
Subject:
Para Juan Diego Incardona>
Hola: Quería comunicarme con Juan Diego... les cuento que he vivido 17años en Villa Celina y ahora que vivo en una provincia del interior del país añoro tanto ese lugar que quisiera volver el tiempo atrás. Sigo cada detalle de sus relatos... el campito del barrio, la escuela y parroquia Sagrado Corazón, de donde también fui dirigente de un grupo de chicos Bolivianos, en fín... si te interesa Juan, me gustaría poder intercambiar recuerdos y anécdotas.
Un fuerte abrazo...
Pedro
----- Original Message -----
From: Pedro
To: el interpretador
Sent: Wednesday, January 25, 2006 12:27 PM
Subject: Re: Para Juan Diego Incardona
Juan, que alegría!!! No creía que respondieras tan rápido... te cuento de mí y de mi familia. Viví allí desde el 74 hasta Ago 91, en el Edif. 62, frente al campito que vos mencionás en tus relatos. Cumplo en Febrero 43 años, vivo en La Rioja ahora y me casé aquí cuando mi viejo se vino por una promoción en el parque Industrial y aquí nos quedamos todos. Tengo 2 hermanos, uno de 40 años y otro de 32, todos casados ahora (vinimos solteros). Estudié en la Esc. 137 y mi gran maestra fue la señora Inés Carmona (tu mamá quizás la conozca), pasé con muy buen concepto al Instituto Sagrado Corazón, pero los dos únicos años que hice allí fueron un desastre...entre mis compañeros recuerdo a las hermanas Espinosa creo...(te cuento los que vivían en el Barrio de las casitas de Celina), a un tal Ricardo Pagnotta, Ricardo Medrano, y a 'Chelo' Storniollo que vivía en las casitas del Bº Gral. Paz, cerca de la casa de Polo Corbella (el batero de los Abuelos de la Nada , compañero de Calamaro). Un gran amigo de mi Edif. es Mario Cantón, quien su padre (murió hace 8 años), tenía un taller mecánico casi al lado (supongo) de donde ensayaban los Callejeros, por Olavarría; este Sr. fue uno de los precursores del auto a gas y andaba por todo Celina con una grarrafa de 10 Kg enchufada. Otros personajes famosos...Timpanaro y Severo, quienes tenían la inmobiliaria en la esquina de Olavarría y Unanué, ellos le vendieron el Dpto. a mi viejo posteriormente. En esa época el Director del Sagrado Corazón era el Padre Lino (bravo pero bueno), estaban el padre Juan también y Severino Verzeni (idolo total, con quien aún mantenemos contacto, vive en La Calera (Córdoba) creo...) De los profesores, recuerdo a don Pancho Sorrentino, otro ídolo, un personaje y gran maestro para mí...Entre los personajes de mi Edif. estaban los negros (negros de raza, ehhh?) Llorente, Hugo y Beto, cracks de fútbol (el primero casi un Maradona), los dos la gastaban en la canchita frente al Edif. 60 jugando hasta que terminábamos a las pedradas con los pibes de Urquiza. Casualmente de Urquiza y compañeros del Sagrado estaban el 'Poli' Sapia (bravo y jodido, pero buen pibe) y el narigón Diaz. Recuerdo de Urquiza también (aunque nada que ver conmigo, al 'Puma' José Luis Rodriguez, ídolo del Club Dep. Español) Tuve una novia de 5 años y medio que vivía en la esquina de las ahora Rizutto y Rava, antes era San Pedrito esq. 'no recuerdo', en las casitas bajas del Bº Gral. Paz... realmente mi gran amor, inolvidable. Sé que aún vive allí en el barrio pero no supe más nada de ella. Y bueno... millones y millones de anécdotas... el campito... el tanque (si habré subido...)... los amigos del Barrio... etc. Del Bº de Celina propiamente dicho recuerdo el kiosco Pichi (mi vieja les vendía golosinas de una distribuidora), la estafeta, la casa de Sanitarios de quien sé que es el padre de uno de los Callejeros. En la Iglesia, después de un paso por el movimiento 'De Colores' en la Diócesis de San Justo , (me llevó una familia Menjía, de la calle Alvarez creo...), regresé a mi Iglesia (ya como dirigente) a ver en qué podía colaborar y el padre Ricardo (rubio, gringo, de mi edad y sé que murió hace unos años en un accidente de micros) me invitó a dirigir a un movimiento de chicos Bolivianos , una buena experiencia... lo hice con gusto junto a un amigo de los Edif. Estrella llamado Mauricio Cuenca que tiene casi tu edad pero ahora vive en Bahía Blanca. Mis viejos, 'viejos' participantes del Movimiento Familiar Cristiano, entre ellos estaban esta Flia. Menjía, los Veloz Rúa (Edif. 60), los Torres (Edif. 59, antes vivían en los bajitos de 3 pisos; una de sus hijas, Estelita Torres, quien sé que se casó con uno de los chicos de la Farmacia frente a Severo y Timpanaro ), Mary Marziani (Edif. 60), Flia. Ferrari (por la calle Unanué, dentro del Barrio) y otros que tendría que recordarme mi viejo que tiene una memoria de elefante... Bueno mirá, si puedo colaborar en algo con vos (como ayuda memoria) estoy a tu disposición. Te cuento que tus relatos (espero que no se corten) me trajeron una catarata de recuerdos 'visuales' y me animé a escribirte, te felicito realmente... Espero me cuentes un poco más sobre vos...y preguntale a tu mamá acerca de esos docentes que te mencioné.
Un muy fuerte abrazo y gracias por contestar...
PD: Terminé la secundaría (de noche) en el José Ingenieros de Flores, por la Ramón L. Falcón, así que mirá si conozco Flores además... y el 86 'por Laguna'...
Pedro
----- Original Message -----
From: "Pedro"
To: "el interpretador"
Sent: Saturday, February 04, 2006 1:05 AM
Subject: Regalo

Juan: Te mando esta foto que te traerá gratos recuerdos. La Escuela 137 cuando aún existían los campitos al fondo de la misma. Un abrazo...

domingo, febrero 05, 2006

sábado, febrero 04, 2006

Rexistencia 24 - Se llevaron a Totó

Mi parte en la vida de Totó el oxidado parece terminada. Pudimos ubicarlo, recién se lo llevaron. Estoy triste. Me encariñé mucho con él. Pero no había alternativa. Era imposible para mí, económicamente, tener dos perros. No me puedo borrar su carita de la cabeza. Pero va a estar bien. Se lo llevaron unas personas encantadoras (una chica y su papá). Además, tienen plata. Viven por los bosques de Palermo, así que Totó (le cambiarán el nombre?) va a tener espacio para correr y divertirse. Tuve que despedirme acá arriba; bajó solamente Nati. Yo no podía tolerarlo. Ahora estoy más tranquilo. Siento que con esto hice todo bien, hasta el final. Está bueno sentir eso. No me sucede todo el tiempo. Fui un puente. Totó iba caminando hacia la villa de Las Achiras, en Villa Celina, lleno de garrapatas y pulgas, con sarna en todo el cuerpo. Lo estaba por pisar un auto. Ahora no le va a faltar nada. Me alegra mucho. Igual, acá, se llora a Totó.
Me va a venir bien irme la semana que viene al mar con Ayax el acuático.

Rexistencia 23 --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Mark Ryden

viernes, febrero 03, 2006

Correspondencia

----- Original Message -----
From: "Casla"
To: <Rex>; <Juanpi>; <Santi>; <Pedro>; <Obelix>; <Terra>
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:01 PM
Subject: question

> Amigos: estoy muy preocupado porque alguien entró y hackeó el blog de mi ídolo Juan Incardona y desde hace unos días aparecen dibujos animados ¿O es otra vuelta de tuerca del gran artista conceptual? Que alguien me responda, please...

----- Original Message -----
From: "Terra"
To: Casla
Cc: Rex; Juanpi; Pedro; Santi; Obelix
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:05 PM
Subject: Re: question

Es la retro-vanguardia de Celina que crece y se diversifica...

----- Original Message -----
From: "Obelix"
To: Terra; Casla
Cc: Rex; Juanpi; Santi; Pedro
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:32 PM
Subject: Re: question
Estamos frente a nuevas técnicas de seducción blogueril importadas de lejanas tierras. Esto es un complot: Incardona quiere destronarme y convertirse en el Latin Blogger 2006.

Atte.
----- Original Message -----
From: "Rex"
To: Obelix; Terra; Casla
Cc: Juanpi; Pedro; Santi
Sent: Thursday, February 02, 2006 6:06 PM
Subject: Re: question
Amigos, gracias por la preocupación. Efectivamente hackearon mi blog. Se trata de un comando guerrillero, neomanga, de Aldo Bonzi con influencia en Tapiales y Madero. Ahora quieren desembarcar en Celina. Pretenden orientalizar La matanza!!!

jueves, febrero 02, 2006

Tetsuko

Por una cabeza

Taba re escabio, re quemado, arruinado mal, mal, mal, se me había repodrido la croqueta, loco, antes era un pibe sano, escuchame un poquito, y ahora estaba reloco, guacho borracho y falopero, todo zaparrastroso, cómo pude terminar así?, cómo?, la veeo caaasii coomo un demoonioooo y raasco la alfoombra poor su amooor, aaay, pero qué turra esta minita, aaaahhhh!!!, me enamoró, me engualichó, me engatuzó, y ahora me descartaba sin piedá, no, no, no, así no, no había remedio pa mi mal, pobre pibe, roto el corazón, yiraba mi tristeza por la avenida Olavarría, con la viola colgada y la armónica en el bolsillo, y así de penas crucé la Richieri con la música a otra parte y me metí en la chupadora de enfrente, para qué, frescolari la noche, bajaba la gleba cantando aunque de sueño pueda matarme vas a temblar siempre en mi pecho, y pateaba uno dos uno dos el tufillo de hombre muerto por amor, hasta que, putamadre, sin darme cuenta me mandé cualquiera y me metí en la villalba atrás de los monoblocks de Madero. Cagamos, cobré para todo el viaje.
Al toque me rodearon tres guachos malsanos con los ojos clavados. El más lungo me encara y me dice eehhh, coon tooodo respeetoo, me habilitá dié centavo, yo no te lo veeengo a robaaá, te lo veeengo a peedí, y entonces yo, que estaba boludo por el metejón y tanta droga tanto alcohol, muy pija le sanateo que no me venga a caretear, que si tuviera algo de guita igual no le iba a dar un carajo a un pancho como él, y qué peste tan rara que es el amor, ¿no?, cómo te arruina de verdad para toda la cosecha, y el lungo se quedó un rato pensativo, pero no por mucho tiempo porque después de un rato de querusa me volvió a chamuyar pero esta vez me pidió la viola, ajajá larvón, le dije, antichorro, la viola no me la sacás ni en pedo, y sí, la verdad es que estaba demasiado limado, pero por suerte me rescaté un poquito y agregué: si quieren les puedo tocar algo.
Capaz que les caí simpático, o no me cazaban bien la onda y querían entender, o estaban embolados, vaya uno a saber, la cosa es que los guachines me contestaron bueno, tocate una, así que nos sentamos en un tronco que había por ahí y sin dar muchas vueltas les zapé una de los Redondos, y joya, a los chaboncitos les copaba:
Luuuzbeliito saabe quee suu destiiino es dee sooledad, vé también que los deemaás se dan cuenta de laa risa que le daa, ay!, ay!, ay!, queé risaa le daaa...
Muy flasheados los pibes me pidieron otra, y cómo no, cómo no, y después otra, y otra más, eehh tocate ésta, eehh tocata aquélla, ¿la sabés?, esa no, esa sí, y de esta manera estuvimos toda la noche cantando en el microquiste más mentado(1) de la villa atrás de Madero, en el sudoeste matanzero donde caga la yuta y cagan los hampones más pulentas. Pero yo zafé, porque escuchá, no te ortibés, a la mañana siguiente me desperté, muy solito, apoyado en el tronco, los guachos se habían ido, pero yo descubrí, re contento, que esos pibes tenían códigos, porque al lado mío estaba la viola, en mi bolsillo seguía la armónica, en las patas todavía llevaba puestas las zapatillas negras.
Me puse de pie y volví a Celina, cruzando otra vez la Richieri por Puente 7. A partir de ese día empecé a tener cuidado con las minas, porque yo me engancho muy rápido y termino en cada historia que no sabés, así que juré mil veces no vuelvo a insistir, y bue, y bue!!, posta que no me duró mucho, manú, lo reconozco, porque después de un par de meses me fui con una loca que ni te cuento.




(1)"Mentado". Agradezco a Fabián Casla por permitirme usar esta palabra que nos gusta a los dos. Para escucharla en todo su esplendor, recomiendo el tango "Tres amigos", de Cadícamo: "Tres amigos siempre fuimos en aquella juventud, era el trío más mentado que pudo haber caminado por esa calle del sur..."

miércoles, febrero 01, 2006